Trabajaba en el microcentro. Nunca encontraba lugar para estacionar. Visitaba cuatro o cinco clientes por día. La mayoría de las veces no tenía opción y estacionaba en lugares prohibidos. Pero todo cerraba perfectamente: lo que sacaba en sus visitas le alcanzaba justito justito para pagar las multas de estacionamiento. Ni un peso más, ni un peso menos.
2 comentarios:
y la nafta?
ahora lo cagaste. él pensó que tenía un auto mágico.
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