domingo, 22 de febrero de 2009

Sin Tomas

Después de mucho mirar House, pasan cosas raras. Uno se entera de que hay enfermedades que se ocultan en el cuerpo o se retrasa su evolución (evolución de la enfermedad, lease: uno se enferma más) debido a determinada costumbre ya sea alimenticia, física o sexual del personaje en cuestión. Por ejemplo (invento): un tipo de 20 años que juega al paddle (¿existe eso todavía?), debido a que tiene que fijar la vista el pa pelotita a mucha velocidad, mantiene a la córnea activa muy intensamente, entonces los síntomas y la evolución de ese lindo cáncer de ojos se detiene o queda oculto.

Entonces uno tiene miedo de dejar de comer mendicrim, o de dejar de tomar el colectivo 168, o de dejar ese curso de bongó, por miedo a que vaya uno a saber qué beneficio nos esté haciendo sin que lo sepamos.

Es jodido cambiar por cambiar nomás, como decía Fito. Pensalo dos veces antes de hacer algo que al final te haga decir "¡me quiero morir!"

3 comentarios:

Fodor Lobson dijo...

Mire usted, honestamente lo de dejar el curao de bongo es extramadamente importante para la salud

(de sus vecinos)

Anónimo dijo...

ja, por un momento pensé que era un remedio el "curao de bongó"

malditos typos.

gerund dijo...

a mí me pasa lo mismo. maldita "House".