Humano Mal Diseñado

Ayudando a unos amigos en una mudanza, me tocó en suerte llevar unas cajas desde un edificio hasta el auto. Las cajas estaban vacías y desarmadas. Es decir: no tenían forma de cubo o prisma sino que estaban chatitas y enormes, esperando que sean armadas y pegadas con cinta de embalar para luego ser llenadas.
(algo así, una imagen vale más que mil posts!)

El recorrido desde el edificio hasta el auto era de unos cien metros solamente. Las cajas eran bastante altas, o al menos lo suficiente como para que tuviese que levantarlas para que no arrastrasen en el piso.
Y ahí el descubrimiento: un profundo dolor de músculos manuales (bah, de la mano) me empezó a reclamar descanso cada cinco o seis metros.
Es claro: la mano tiene cuatro dedos de un lado de las cajas y solamente el pulgar del otro. Onda que los hermanos lo mandaron al arco al gordito picarón y que se las arregle solo.
Por más fuerza que hacía -o mejor dicho: cuanto más fuerza hacía- me dolía más y más el músculo del pulgar. La mano casi estallaba de hinchazón.
Diferente habría sido si hubiese tenido tres dedos de un lado y dos del otro. O si estamos en tren de pedir, ¿qué tan difícil habría sido darnos tres y tres, como para poder hacer fuerza en forma simétrica?
Al estar hechos a imagen y semejanza de Dios, supongo que el de arriba jamás tuvo que ayudar en una mudanza.
Para la próxima, ¡vayan anotando eh!