viernes, 26 de enero de 2007

La Ley del Embudo Reloaded

No sé si esto ya lo explicó alguien o si sigue siendo un misterio como en los años ochenta. Igualmente nunca falta un abombado (como yo) que se lo haya perdido así que voy a dar mi versión, que acabo de redondear.

La Ley del Embudo ("la mina más linda con el más boludo") es casi tan dolorosa como la de Murphy. Uno se muerde los codos pensando cómo puede ser que semejante potra (¡qué vocablo ochentoso si los hay!) esté con semejante pedazo de salame.
La explicación de tan caprichosa atracción de la naturaleza es simple cuando uno lo analiza de esta manera.

Los hombres comunes piensan que es mucho más fácil levantarse a una mujer fea, porque intuyen que estas no tienen mucha oferta a su disposición, y que si uno les demuestra un poco de interés, lo menos que harán es desnudarse en plena calle Corrientes para celebrar la ocasión. El problema es que ese hombre común no está solo. Está rodeado de otros hombres comunes que atosigan a la fea con propuestas de todo tipo. La fea cae una o dos veces en la trampa, pero después se ve obligada a seleccionar candidatos por una cuestión física de tiempo disponible para la chanchada, por decirlo de una manera. Entonces se convierte en una mujer fea y selectiva, que encima es odiada por todos, que le gritan "¡qué te hacés la interesante, bagarto!"

En la otra vereda están las lindas. A las lindas los hombres comunes se las imaginan rodeadas de hombres de propaganda, perfectamente bronceados y musculosos. Los hombres comunes se miran al espejo y no se dan ninguna chance de poder conquistar semejante diosa del olimpo. Especialmente si vive en Bahía Blanca. Y ni siquiera lo intentan. Al instante miran hacia el costado y se van tras la primera fea que pasa por ahí.
Entonces, como ya sabemos que está lleno de hombres comunes, vemos que si todos hacen lo mismo, las lindas no reciben ninguna propuesta (ni decente ni de las otras), convirtiéndolas en objetos de adoración platónica y silenciosa. Pobrecitas, se sienten despreciadas y sufren su belleza como un castigo.

Finalmente aparece en escena "El Más Boludo", que como tal, ni cuenta se da de su condición, ni de las pocas posibilidades de éxito que tiene con las lindas, y se manda de cabeza, bien boludo como es, a la conquista de "La Más Linda".
Claro que una vez que analizamos todo esto, sabemos que la más linda está tan deprimida que sus pretensiones fueron bajando al punto tal de irse con el más boludo -o mejor dicho, el único boludo- que le haga frente.

Y se ha formado una pareja.

4 comentarios:

absurda y efímera dijo...

Ramiro, Ramiro.... ¿y qué hay de la belleza interior? De todos: de las feas, de las lindas, de los comunes y de los boludos...

Anónimo dijo...

Esa sería la Ley del Embudo aplicada a los Cirujanos, ¿no?

Rambo dijo...

puede ser, pero si la mina no es boluda no va a andar nunca con un boludo. os lo puedo asegurar

Unknown dijo...

No concía la ley del embudo, muy interesante...

Rambo, la soledad puede ser desesperante, o la linda puede ser boluda (también) en todo caso, la ley se cumple.