Cuando una persona va al médico -que es el que sabe- recibe instrucciones concretas de tomar el remedio con las comidas y nunca con el estómago vacío.
Uno se siente para el comino y obedece.
¿Nunca se sentaron a pensar el lado oculto de la pildorita?
Digamos que uno come milanesa con puré. Termina de mandarse un platazo y ahí va la diminuta pastillita de color amarillo llena de buenas intenciones y ciencia concentrada.
Atraviesa decidida el esófago y ya divisa su objetivo: ¡la panza!
Y ahí nomás en medio de su envión de salubridad, viene una ola de puré de papas y la sepulta, arrastrándola a la puerta de salida, y se va directo al intestino, eludiendo impotente e involuntariamente el lugar en el cual debía dispersar todo su efecto curador.
¿No sería mejor comer la pastilla en ayunas?
Imaginen qué lindo es para la pequeñita llegar a un salon amplio y despejado, poder explayarse a sus anchas por todo el estómago, untar su panacea por doquier y una vez desgastada del todo, morir feliz, tras haber batido al enemigo.
Médicos del mundo: ¡reconsideren sus técnicas!
2 comentarios:
Me sumo a la iniciativa. Desmitifiquemos los clichés médicos!!
- Cuando le ausculten diga 28 y no 33
- Cuando se tenga que hacer estudios por la mañana, No vaya más en ayunas, sino después de haberse zampado un soberano desayuno.
- Si tiene que tomar antibióticos... hágalos bajar con un buen trago de bourbon
Yo también me sumo, sobre todo porque a veces cuando uno está enfermo no tiene ganas de comer. Quisiera aprovechar la oportunidad para pedirle a los laboratorios que hagan pastillas más pequeñas porque algunas son del tamaño de uuna moneda y después de una milanesa con puré no quedan ganas de mandarse semejante redondez.
(tuve que cambiar mi blog, ahora es cunilandia.blogspot.com, te cuento por si querés cambiar el link. Gracias y saludos)
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