El Futuro de Hoy en Día

Cuando uno (o dos) éramos chicos, los aparatos o electrodomésticos, eran todos iguales.
Bueno, no quiero decir que la Heladera Patrick era igual al Wincofón, claro. Me refiero a que si vos tenías un grabador Toshiba y tu primo tenía uno Ken Brown, al aprender a manejar uno, ya sabías manejarlos a todos. El triagulito para la derecha era play, las dos rayitas pausa, el círculo rojo (¡No lo toques nunca!) era para grabar y así. La única traba podía estar en "de qué lado tiene que estar la cinta para empezar a escuchar el lado A o B" (perdón por esto último, que no está muy bien explicado pero confío en que saben de qué hablo).

Nuestra vida era así de fácil.
Hasta que llegó la videocassetera y se empezó a complicar.

Hubo gente que decidió quedarse frente a la televisión las 24 horas (y a la noche también) con tal de no tener que aprender a programarlas.
Y esa débil resistencia y escasez de rebelión sentó un mal precedente. Muy malo.

Hoy en día te lleva dos años aprender a manejar tu celular, y el día que sentís que lo dominás a la perfección, de la emoción se te resbala y cae de cabeza en el inodoro. Lo llevás a arreglar y te dicen que se ahogó, te dan otro nuevito y con más funciones, que viene con una obligación implícita de otros dos años para aprender a usarlo.

Los players de mp3, lo mismo: botoncitos que apretando largo o corto te llevan al menú o suben el volumen, dependiendo no solamente de la marca sino también del modelo.

Los microondas: uno con perillas, otro con botones; unos con menú rápido, otros con windows XP incorporado.

¿Qué te puedo decir? ¿Vos pensabas que no aprendiendo a usar la videocassetera eras libre, bohemio y te relajabas ante una complicada moda pasajera? Ahora te cuento que dentro de dos o tres años ya no vas a saber ni hacer una tostada sin anotarte en un curso de ILVEM tipo "No Sea Un Ermitaño en 15 Clases".

Hacete cargo.