lunes, 30 de junio de 2008

Obediente

Entra un visitante a la Mansión Villaverde.
El dueño de casa espera la visita mirando por el balcón de su estudio mirando hacia los jardines, fumando un habano.
Su mayordomo y asistente personal espera parado en silencio al lado de la puerta que su amo le ordene.
De pronto se abre inesperadamente la puerta. El visitante irrumpe en la sala y el mayordomo se interpone en su camino con instinto protector. Lo hace trastabillar. El mayordomo evita que caiga al piso y de paso lo aprisiona con sus fuertes brazos inmovilizándolo.
Villaverde se da vuelta y reconoce al visitante: es su sobrino que viene de visita desde Nueva Zelandia luego de veinte años de ausencia. Villaverde nota el malentendido y se siente incómodo.

- ¡Efraín! -grita al mayordomo.
- Sí, mi jefe -dice creyendo estar cumpliendo con su deber al pie de la letra.
Villaverde cree que Efraín ya se dio cuenta de su error.
- Efraín, ¿qué corresponde ahora? -dijo esperando una disculpa de su mayordomo.
- ¿Lo siento? -probó Efraín.
- Exactamente -respondió Villaverde satisfecho.
Y Efraín sin perder tiempo lo sentó. De una trompada.

4 comentarios:

Fodor Lobson dijo...

jajajajajajajajaja

Efraín es un capo

Libelula de Acero dijo...

Tengo una sola palabra para usted:
"Convide"

por favor.

Anónimo dijo...

¡ah, no! ¡eso es ilegal!

tornes dijo...

Ni a gatas, Christie haría un relato mejor.