jueves, 31 de julio de 2008

Karma

Resulta que al final me vengo a dar cuenta de que mi karma en esta vida no es el tiempo sino los botones del baño.
Cuando era chico teníamos esos que están empotrados en la pared y que cada tanto el automático se rompía y quedaba saliendo un chorrito forever, entonces alguien lo desarmaba y había que tirar del ganchito y asegurarse de que no terminase perdiendo, en cuyo caso había que darle un empujoncito hacia abajo.
Cuando nos mudamos pensé que la maldición iba a terminar, pero no. En la nueva casa, cuando se rompía (era el mismo sistema), el chorrito empezaba a salir desde la pared y caía cual mini iguazú para formar un charquito en el piso. Tal era la frecuencia con que esto pasaba que la llave inglesa vivía en el apoyajabón del bidet. Todos en casa sabían usarla.
Cuando crecí y me fui de casa estuve seguro de dejar atrás esa triste maldición. Pero no.
Digamos que tuve un período de dos años en los que hubo paz en el hogar, pero no tuve mejor idea que hacer los baños a nuevo. Y si las mangueritas del niagara (externo en este caso) habían aguantado 20 años sin protestar, cuando puse todo pipí-cucú nuevito nunca taxi (con estilo monoblock) resultó que la flamante manguerita empezó a gotear. Y el problema es que el albañil puso tan pegado el monoblock a la pared que apenas hay lugar para meter una llave inglesa y girar las tuercas. Entonces uno no puede arreglarlo al vuelo porque hace falta tiempo y paciencia. Y es así como en vez de llave inglesa ahora hay una ollita del tamaño justo para ese rinconcito. En la medida en que se llene más o menos rápido se establecerá la urgencia con la que hay que encargarse.
Compré cierta vez una manguerita cara, de metal, con mallado externo y -por el precio- imagino que tenía filtro y odorizador para el agua también. Me dije que esa manguerita no se iba a romper jamás. Acerté: lo que se rompió ahora es la tuerca que la conecta al inodoro, y apareció la cinta de teflón. Pero como es tan incómodo de maniobrar, cada vez que tengo que poner unas vueltas, me raspo todo el reverso de la mano.
En el estado de situación en el que me encuentro, como arroz y evito tomar té, pero de vez en cuando no queda otra que tener que usar el baño.
¡Me cago en los botones del baño!

7 comentarios:

Fodor Lobson dijo...

al final lo del ganchito en la cisterna empotrada en la pared no era tan malo ¿no? Al fin y al cabo, sólo hay que cambiar el aparatito con el flotador cada vez que empieza a no cerrar bien (una vez al año en mi casa)

^Vi[C]kY^ dijo...

mmmmmmmmmmm te digo que si te cagas en el botón del baño se te va a complicar aún más...
Te vas a tener que lavar las manos antes de tiempo (entre otras cosas) :P
Mientras leía el relato te imaginaba en la situación!!!

Besos!!

Anónimo dijo...

usted Fodor lo dice así de simple porque nunca se le cayó una pico de loro en ese agujero sin fondo!

Vicky: pobrecita su imaginación! Perdón!

tornes dijo...

El que está en uso hoy en día es el mismo sistema que se implementó, en reemplazo de la antiquísima cadena, hace más de 60 años. Mi teoría es que nadie va a malgastar sus conocimientos sobre ingeniería mecánica, aplicándolos a un depósito de inodoro: no da prestigio...

Carpe diem dijo...

En alguna época también pasé por algo así, creo que gracias a eso luego me convertí en una suerte de Mc Gyver y ahora puedo entretenerme haciendo esas pequeñisimas obras de plomería tanto en mi casa como en las ajenas. Así que, Ramiro, cuando quieras... por ser amigo sólo te cobraría unos pocos euros :-P

Anónimo dijo...

Tornes: los barra bravas son los que mejor implementaron la idea de tirar la cadena.

Carpe: ¡no me diga que usted es de esos que muetran la raya del traste!

Meche dijo...

Lo peor de ser eficiente es terminar siendo el único capaz de arreglar ése tipo de cosas.