jueves, 12 de febrero de 2009

Ladrón

Cuando era chico (eso ocurrió, puedo jurarlo) me gustaba pegar calcomanías (cuando aprendí que se dice calcomanías y no calcamonías) en mi pieza. En la puerta de la pieza, en la ventana, en el placard, en la puerta del bañito (sí, era cheto y tenía pieza en suite). Entraba sin cansancio a los negocios y les pregutnaba si tenían calcomanías para regalarme. A veces eran de deportes, a veces de jeans, a veces de tarjetas de crédito. Entraba a miles de negocios. Dios mío, cuánto tiempo uno tiene cuando es chico. Si pudiera hoy tener el tiempo para entrar a un negocio para comprarme un par de medias hoy en día en vez de agarrarlas al vuelo en el super mientras compro repollo, sería feliz.
Pero cuando fui un poco más grande me rompieron las pelotas los comerciantes que me negaban las calcomanías. Entonces empecé a tomar la justicia con mis manos. Los que ponían del lado de afuera del negocio las de Argencard, Cabal, Carta Franca, Dinners y demás, a la mañana siguiente se encontraban con un bordecito de pegamento y un cuadradito de vidrio limpio. Sí, me las afanaba, las doblaba sobre sí mismas para que el pegamento no moleste, y las guardaba en el bolsillo. Pero nunca interpreté que era un robo. Primero porque ellos no tenían que pagar por conseguirlas, y segundo porque a mi manera, les hacía propaganda... en mi pieza. Y gratis.
La prueba es que nunca salía corriendo. Sacaba la calcomanía y me iba caminando como si nada.
Claro que alguna vez en un negocio cerrado, mientras con mis no-uñas trataba de sacar una que otra calcomanía, aparecía desde adentro del negocio (maldita gente que tiene un negocio a la calle en una de las piezas de su casa) y me preguntaba si la calcomanía me molestaba tanto que la quería sacar. Nunca me corrieron. Creo que mi falta de miedo no emanaba adrenalina, como con los perros.
Bueno, nada, no hay remate. Al que no le gusta que se pegue un sticker en la frente. Hoy estamos así.

1 comentario:

Carpe diem dijo...

Mi hermano y yo también sacábamos stickers de todas partes (él mucho más que yo). Nuestro baño estaba tapizado por los cartelitos indicativos de los baños de los aviones o micros (soap, W.C., etc.)... a la fecha sólo queda uno que dice "sanitary napkins" que pasa bastante desapercibido, pero que a un huésped atento debería llamarle un poquito la atención.
Bueno, ése es mi remate, algo es algo.