Cuando uno era chico, ser arquitecto, ingeniero, doctor, eran las profesiones de alta preparación. Y aquellos vagos que no querían estudiar tanto, iban a una obra en construcción, aprendían el oficio, se comían el sol doblado y sin protestar, unos asados de novela y se convertían en albañiles.
Pero pasó el tiempo.
Se vino la computadora. Y se vino con todo. Hoy los doctores tienen camaritas que se meten por una vena (en el mejor caso) y le inyectan líquidos que les muestran justito dónde hay que cortar; los arquitectos dibujan sin rotring, prolijito en el autocad, donde todas las lineas paralelas son paralelas de verdad, calculan las cañerías y estructuras en minutos mientras se juegan un tetris con la mano izquierda; los ingenieros calculan todo con 10 decimales, los electrónicos hacen simulaciones de sus circuitos antes de fabricarlos (¡yo no!) sabiendo de antemano si van a funcionar bien o mal y pudiendo corregirlos, etc...
Y el albañil... sigue con el nivel y la plomada, que no es más que un hilito con un cascote en la punta, para marcar una linea recta y que tu pared salga derechita. Nada de palm pilot, nada de laptops, nada de "ladrillo 2.0" y nada de nada.
Pongamos las cosas en su lugar: el albañilismo es hoy en día de las profesiones que más requieren justamente eso: profesionalismo para ser desempeñadas. Solamente una pequeña elite de gente super capacitada es capaz de construir una casa o un edificio de manera tan efectiva con las mismas herramientas que hace 40 años.
Así que ya saben: respeto a quien se lo merece.
2 comentarios:
Respect, bro
Perdón, pero eso que está haciendo el señor de la foto, lo armaba yo a los cinco años con mis ladrillos de plástico...
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