Desayunaba plácidamente (un lunes, no un domingo) y sentí un gusto raro en mi paladar. Miré lo que tenía en mis manos y me di cuenta de que era un diario. Tonto. ¡La otra mano! Era una galletita. Fiu... qué suerte. Y estaba untada con dulce de leche. Más suerte para mí. No será el SanCor repostero pero algo es algo. (nota mental, escribir un post sobre "algo es algo", grossa frase). Aun así el gusto a cartón me secaba la boca. Me raspaba como si fuese un papel de lija. Eran esas galletitas finiiiiiiitas finitas de salvado o cereales de los que se la dan de sanos, a los que, cariñosamente en casa la llamamos "cartoncitos". Todo entonces tenía sentido. Menos el gusto. Una cosa es que parezca un cartoncito. Otra diferente es que lo llames "cartoncito". Y otra mucho peor es que tenga gusto a "cartoncito".
Dejando todo sobre la mesa me paré y fui al armario de las galletitas para ver qué decía el envoltorio familiar que traía cuatro envases cerrados individualmente para asegurar la frescura del producto. Me picó la curiosidad de si estaba vencido, pero me tranquilicé al ver que tenía tiempo hasta el 19 de noviembre para comer ese y los otros tres paquetes. Qué bueno que no es como el mendicrim que a las dos semanitas se pone amarillento.
Volví a mi diario y con la mano derecha le puse mecánicamente una capa más de dulce de leche, para tapar el gusto tan realista del cartoncito. En general nos quejamos de la diferencia abismal entre la foto que ilustra el paquete de las galletitas y la cosa pobre y sin gracia que viene adentro, malditos publicistas photoshoperos.
Bueno, hagamos corto lo que en realidad fue mucho más corto. El gusto se tornó insoportable. Es como tratar de ponerse más desodorante cuando uno tiene olor a transpiración. Lejos de disimularse, el efecto se acentúa. Lo que mata no es la humedad sino la mezcla.
Me dije que no podía ser. Que siempre comía esas galletitas. Y que quizás me había equivocado de variante y en vez de centeno del prado había comprado granola de la pradera.
Pero no. El resultado del enigma fue que las galletitas, efectivamente vencían el 19 de noviembre. Del año pasado.
2 comentarios:
jajajajajajajjajajajjajajajajajajaja
malditas galletitas sin grasa ni gracia!
En mi casa las llamamos galletitas de piso de pajarera
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