domingo, 12 de diciembre de 2010

Sentimentalismo Salvaje

A ver si se entiende la metáfora bancaria.

Vos tenés una idea genial. O al menos pensás que lo es.
Vas al banco y le das una idea de lo que es tu idea.
No queda muy en claro cómo funcionaría pero el banco piensa que puede andar. Y se la juega por vos.
Te presta plata. Mucha. Más de lo que habrías soñado. Casi que no lo creés. Se la juega.
Empezás a contruir tu proyecto y funciona. ¡Funciona!
Entonces todos contentos. El banco, vos, tu tía(?)
Y le devolvés el préstamo al banco. De a poco y en cuotas, le devolvés lo que te prestó.
Pero claro... así no funcionan los bancos. Están los intereses. ¡Así funcionan los bancos!
Los intereses hacen que al banco le cierren las cuentas. Recibe de vuelta lo que dio, y un poquito más, que le de la confianza de volver a empezar.
Pero en vez de devolver los intereses, vas a pedir otro préstamo para otra idea que prometés que sería aún más genial.
Le decís al banco que todavía no han visto nada. Que lo mejor is yet to come, como dice la canción.
Pero el banco no es tonto. Si no pudiste pagar los intereses porque te quisiste quedar con el vuelto (o porque no tuviste resto para pagarlo, lo mismo da, al banco no le importa) la cosa no puede seguir.
El banco cierra su ventanilla. Y vos sabés que tiene razón. Pero pataleás por las dudas. Para ver si lográs vender tu idea.
Hay días en que pataleás tan fuerte que hasta te creés que tu idea lo vale. Pero los días de lluvia, esos grisses en los que el sol deja de verse a eso de las 2 de la tarde y la noche viene rápido, esos días en los que nada te distrae de vos mismo, esos días vos ves clarito que el banco tenía razon, y que estabas jugando con cartas ficticias.

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