Uno deja la ropa tirada no por desidia ni pereza. Simplemente porque hay un placer sencillo e innegable en el acto de sacarse la ropa y dejarla tirada por ahí.
Es cierto, ese placer tiene que ver con la ilusión de que la mucama lo ordene. Pero al no tenerla y finalmente enfrentarte a ese bermudas revoleado, y tenerlo que ordenar, se produce un displacer igual y opuesto que compensa el placer inicial.
Esta es otra prueba más de la calidad de altibajez que nos ofrece la vida a diario. Y revistas.
Es cierto, ese placer tiene que ver con la ilusión de que la mucama lo ordene. Pero al no tenerla y finalmente enfrentarte a ese bermudas revoleado, y tenerlo que ordenar, se produce un displacer igual y opuesto que compensa el placer inicial.
Esta es otra prueba más de la calidad de altibajez que nos ofrece la vida a diario. Y revistas.
1 comentario:
¿Ordenar? Lo dejás tirado en alguna silla, hasta que en unas semanas lo olfateás para verificar que no huela mal (o poco), y lo volvés a usar. Practicidad.
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