miércoles, 13 de junio de 2012

Adrián Otero

Se murió. Y bueno... lentamente va llegando el momento en que todos se van yendo. Una generación, que es la más importante por haber sido la primera en el rock nacional, empieza a llegar a la edad en la que el cuerpo falla.
Claro... también la cabeza. Es que... Luca se fue por excesos. Moura y Abuelo también. Spinetta fumó la vida y el cáncer lo comió. Pero no todos. Moro se fue así nomás. Pappo por un accidente y ahora Otero también.
Cosas que pasan.

Me acuerdo que el cabezón, primo de Villanueva, me contó lo cerca que estuvo de estirar la pata Otero allá por los 90. No lo sabía nadie.
Y aún así. La peleó. Y salió.

Otero es uno de esos músicos que querés verlos envejecer como a BB King. Que querés que dure para siempre y que te cuente de su sentir. Porque no es un tipo que pego un hit y vivió de eso. Memphis tocaba todos los faquin fines de semama. El viejo Correo, en Flores ahí en ese galpón que no me acuerod el nombre, en Obras también. Laburantes de la música. Como tiene que ser. Y hacían algo que nadie más hacía. Sin importarles las modas. Pegados a lo suyo y eran una máquina en vivo. Si los habré visto! Se sentía la energía a dos cuadras. La pasión.

Pero bueno, se fue y me pone triste. Especialmente porque estaba saliendo de todo (a diferencia de san lorenzo). Vaya uno a saber qué pasó en el accidente. Ya no importa. No hay moralejas que aprender a esta altura de la vida. Lo que hay que saber, ya lo sabemos.

Y queda la música, como siempre.

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