lunes, 10 de noviembre de 2014

Comuncame "ésta"

En los viejos tiempos llegaban cartas, luego mails. Uno se sentaba tranquilo a leerlos. Entendía lo que decían. Los contestaba en la mayoría de los casos.

Ahora los mails llegan al teléfono. No importa si en formato de SMS, Whatsapp o mail. Llegan todos al teléfono. No hay diferenciación o categorías de importancia diferentes como antes.
Hace un par de años no era lo mismo una notita en un papelito sobre la mesada de la cocina que un papelito en la heladera, que una carta sobre la almohada o una carta documento(?) Cada una tenía una inmediatez y una importancia diferente. No en vano uno no dejaba un papelito en el parabrisas de su amada proponiendole casamiento. Cada cosa tenía su peso.

Hoy todo llega al teléfono, y la obsesión de la gente por la inmediatez y la fiebre desatada por el adminículo electrónico que tiene pegado en la mano hace que en el mismo momento en que le vibra la manito, lo abra. No importa si está en medio de una conversación en el laburo, en la cola de un baño público, manejando o borracho en un bar. Lo abre, lo mira como puede y va a la pila de miles de mensajes diarios que le llegan. Todos del mismo peso e importancia. Mensajes.

Y así se pasan de largo mails importantes que no son contestados, olvidos de citas o cosas que luego lamentan al son de frases como "lo qu epasa es que lo abrí en el bondi justo cuando me estaban dando el vuelto y después no se que apreté sin querer y se cerró y me olvidé que no lo terminé de leer" o cosas similares.

Hay que buscar remedio para esa problemática. Cuando uno necesita que la otra persona de la seguridad de haber leído el mensaje que tenemos para darles, tenemos que recurrir a técnicas nuevas. Si bien el mail sabemos que si no rebotó es porque llegó y es un avance respecto de las cartas que a veces no llegaban, hoy nada te da garantía de no perderse un mensaje importante en la marea de powerpoints o memes sobre el resultado del último Boca-River.

Una idea revolucionaria sería llamar por teléfono directamente. Claro, siempre y cuando te atiendan, porque si está jugando al Candy Crush ni en pedo va a interrumpir el nivel. Y si te atiende, la misma mierda: está en un lugar en el que no puede atender, y entonces atendió solo para decirte que no puede atender, que lo habrías entendido solito si el timbrazo hubiese sonado más allá de los 5 intentos.

El mensaje no llega, o llega distorsionado, mezclado, confundido, no se guarda, no se reconoce, no se contesta, no se cierra el ciclo de comunicación. Yo recuerdo como nos explicaban este proceso en la secundaria. Las variables son las mismas, solo que a pesar de las mil opciones que tenemos hoy en día, la comunicación no mejora. Abunda, sobra, pero baja en calidad. Como las zapatillas: te compras 4 pares y son todos una mierda. Antes te comprabas uno y te duraba hasta que te crecía el pie.

Ni hablar de los horrores de no poner la entonación necesaria o correcta como para que el otro entienda si estamos usando el sarcasmo o estamos enojados. O signos de puntuación que aclaren el mensaje.

Irónicamente en la era de las comunicaciones, de la cual soy un ingeniero diseñador y proveedor de toda la infraestructura más moderna que hay, la gente cada día está más enajenada, menos comunicada DE VERDAD y, por qué no decirlo, más sola, a pesar de estar apabullada de mensajes.

Yo se que ustedes que leen esto no me creen y que dicen que soy un boludo que se quedó en el tiempo. Pero no se hagan problema, porque igual ese mensaje que ustedes me transmiten no lo entendí y sigo pensando que la forma de ver las cosas que tengo yo, sigue siendo la mejor y la más sana.

Y como decía Cacha, el tiempo me va a dar la razón.


1 comentario:

Zorro Viejo dijo...

Muy de acuerdo con el tema. Pasa lo mismo con todo lo que toca la tecnologia, en especial con la musica. Hay mucha cantidad pero poca calidad de todo. (Incluyendo a las personas que habitan este mundo)