sábado, 14 de febrero de 2015

Un Cinturón y la Vida Misma

Para aquellos que no se dan el lujo de despejar 10 minutos seguidos de su tiempo para una sola cosa y tienen que andar haciendo zapping entre whatsapp, twitter e instagram, les resumo: voy a hacer una alegoría entre un cinturón medio roto y la vida misma.
Si no recuerdan o no saben lo que es una alegoría, van a tener que seguir leyendo, aunque si de todas formas no les interesa el temita del cinturón, entonces a la mierda con la alegoría esa y bancá un cacho que me llegó un twitter de Varsky.

Estaba viendo una inspiradora y profunda película en el living de casa cuando decidí aligerar presiones en mi cómodo sillón, y desabrochar mi cinturón. Creí recordar en ese momento que era el que me había traído mi vieja de Argentina una vuelta, pero no estaba seguro de si era ese o el más finito que tengo, que dicho sea de paso, hace rato que no veo y no se donde está.

Este cinturón es uno bien grueso. Grueso en ambos sentidos. Es decir: ancho y espeso. Tanto que a veces, con algunos pantalones no lo puedo usar porque no entra en las presillas. Es machazo. De un cuero bien heavy. Aunque de acuerdo a lo que sigue, y a que el susodicho tiene apenas 4 años, quizás no sea de cuero.

Cuando voy a aflojar mi cinturón, toco algo raro. No, no era eso que estás pensando, porque ese no tiene nada de raro. El cinturón estaba medio hecho percha. El agujero en el que orgullosamente vengo usándolo durante toda su existencia, que da pruebas de mi estabilidad en cuanto a mi peso, se había agrandado. La cosa estaba grave. No era un agujero redondo devenido en óvalo. Este se estaba agrandando hacia los costados, llegando peligrosamente a los laterales del cinturón.

Lo miré, y dije "la puta". Y contrariamente a lo que suelo hacer en mi vida, esta vez dije Basta. No lo uso más y en este mismo momento, lo pongo en el tacho. Muerte digna.

Y ahí me vino la nirvana que me llevó a esta alegoría. Estas son las veces en las que creo en Dios. Porque ¿cómo mierda podés suponer un momento de claridad mental que dura solamente un segundo y después te tiene trasnochando media hora frente al teclado, si es que no fue obra de Dios?

Decidí darle una muerte digna al cinturón. Le tuve piedad. Un arranque me dijo "usalo hasta que se corte, total, lo peor que te puede pasar es que te quedes con el pedazo en la mano cuando vayas a mear en el trabajo y te quedes medio día sin cinturón. Big deal".

Pero no.
No quiero ver a ese cinturón, que supo ser machazo, que supo tener esa presencia que dice "con este te fajo" durante cuatro fieles años, roto en dos partes, mansito, muerto, sin poder desafiar al más débil siquiera. Quiero recordarlo peleando sus últimas batallas contra la presión de una agachada, o un Adam en brazos, o un salto de charco en un Tel Aviv lluvioso. Un cinturón que jamás me dejó a pie, no merece que lo vean humillado.

Y la vida misma debería ser así. Acá tenés la alegoría, si es que llegaste.
En la vida también hay que saber matarlo antes de que muera. Dejar el último respiro profundo, lleno de aire, normal, erguido. Las cosas, las situaciones, las relaciones, los trabajos, los cuerpos. Todo se deteriora inevitablemente. Arduo es el trabajo que realizamos para retrasar lo que a veces, es inevitable. Y hay que saber decir basta y frenar a tiempo. Saber ondear la mano o el pañuelo como en los puertos de antaño y ver el barco partir sin insistir hasta verlo hundido. Lograr hacerlo con una sonrisa y no con una puteada de frustración. Poder despedirse en vida de lo que haya que despedirse, para no lamentarse ese tiempo de descuento que al final, no solo alarga la agonía sino que deteriora los recuerdos, deja un gusto amargo y confunde la memoria que vivirá por siempre en nuestras mentes y corazones.

Yo se que todo esto es pura paparruchada. Que uno no puede con uno mismo y si es una persona luchadora y constante, y quien te dice creyente, no va a dejar de darle hasta último momento, porque, como se dice en hebreo "ulai bejol zot" (a lo mejor, quién te dice...). Pero no pude evitar escribir este texto para quien, a lo mejor, es diferente a como soy yo, y sale ganando algo de esta lectura, que lo abstrajo por 10 minutos (quizás menos, si es rapidito leyendo) de la marejada de mensajes que bombardean nuestro día a día.

Ahí se ven ustedes. Cada uno con su cinturón.

Saludos
josi


8 comentarios:

Adrián Singer dijo...

10 minutos bul.

Josi dijo...

10 minutos estampilla(?)

Adrian dijo...

'Sello' en Uruguay.

Josi dijo...

"Toro" en EEUU(?)

Adrian dijo...

lol! me hacés reír viejo...

Josi dijo...

fijate Birdman que los 10 minutos fueron exactos porque aprendí de Waze a calcular el tiempo de llegada!
Todo es gracias a vos!

Adrian dijo...

na, gracias a vos.

Rodro dijo...

Me parece que la ficha que te cayó con el cinturón es algo que te da vueltas en la cabeza desde hace semanas.