martes, 18 de agosto de 2015

Bienvenidos a Israel

Siempre que uno vuelve del exterior a Israel, la bienvenida es brutal.
Le preguntás al que ordena la cola para los taxis en el aeropuerto "¿acá espero?" ya que sos el UNICO, y el tipo te grita "ESPERA ACA! ACA!" como si tuviese que ordenar una cola de 300 personas y estuviese como loco. No. Simplemente está como loco.

Esta vuelta, fue diferente. Al menos pude llegar a casa en paz, (porque dejé mi auto en el aeropuerto, je).
Salgo al día siguiente a laburar. Mi calle es mano para la derecha. Los autos estacionan en la calle y dificultan la visión de un auto que sale de un garage. No hemos inventado nada hasta aquí. A veces cuando el auto que estaciona al costado de la salida de mi garage lo permite, puedo espiar a través de sus ventanas para ver si viene alguien desde la izquierda. Pero a veces no. E indefectiblemente tengo que meter la trompa del auto, que no es chica por cierto) hasta que mi ojo entra con un mínimo ángulo (al estilo gol del mencho medina bello) para ver si viene algún auto. No obstruyo la calle, pero algo meto la trompa. No queda otra.
Al reinsertarme en la sociedad israelí tras las vacaciones, hoy, una señora con un Nissan Micra, clava los frenos DELANTE de la trompa de mi auto -dando claras cuentas de que había lugar para que pase, y que no le estaba obstruyendo el paso-. La mina se asustó. Por eso frenó. Y eso ocurre, entre nos, cuando venís a los pedos y de repente en tu campo visual aparece un bruto Toyota.
La mina, aprovechando que frenó, empieza a gesticular y decir cosas que obviamente no escuché porque sonaba Ozzy en el estéreo. Yo, ya bienvenido a la fuerza, le dije algo que ella tampoco pudo escuchar. La mina arranca y yo atrás de ella. Veo que a propósito va despacio para no dejarme pasar. Tengo dos caminos para ir a trabajar. Elegí el segundo para seguir tras de ella un poco más y ver qué tenía en mente y de paso que piense que la estaba siguiendo. Dio la casualidad que las dos curvas siguientes que yo tenía que doblar, la mina también las dobló. Todo esto sin dejarme pasar. Y cuando ella seguramente pensó que la iba a seguir hasta la casa, empezó a arrepentirse de su estrategia provocadora, y decidió parar a un costado, antes de que me entere donde vive. Me le paro al lado y bajo la ventanilla. Ella también. Un colectivo espera paciente atrás mío sin tocar bocina porque olía que podía pasar algo jugoso. El israelí es así de sensacionalista.
Le digo "¿querés que lo charlemos un poco?". Claro, me dice. ¿No ves como saliste con el auto al medio de la calle? Le explico que, física mediante, tengo que salir hasta ese punto mínimo. ¿o querés que me baje del auto para ver si viene alguien y después recien salga con mi auto del garage?
Así no se maneja, me dice la mina ofuscada y sin mucho más argumento que su adrenalina. Y es en ese momento en el que me percato de que la mina está manejando con dos (no uno) perros sobre su falda. No en el asiento de atrás, ni en el del acompañante. En sus faldas. Apoyaditos casi te diría sobre el volante. Y si mal no vi, creo que el bulldog era el que pasaba los cambios.
Le dije "¿y vos manejando así me querés dar clases de cómo se maneja, querida?"
Le dije que ahora iba a llamar a la policía para reportarla. Ella prometió hacer lo mismo sobre mí. Seguramente ninguno de los dos lo hizo.
Dos cosas me quedaron en limpio en esta bienvenida en seco a la vida israelí: la primera es que por el espejito retrovisor la vi doblar en la esquina siguiente hacia la derecha en una calle sin salida, así que ya sé dónde vive. La segunda es que me hizo quedar afónico y esta noche tengo ensayo, así que a tomar té con limón.

2 comentarios:

Laura Palisa dijo...

Cómo sonaria ese "querida" en hebreo irónico??

Josi dijo...

iekiratí :)