Hay gente que cree en Dios, hay gente que no. Hay gente que cree en el Big Bang, hay gente que no. Hay gente que cree en Darwin, hay gente que cree en Humboldt.
Pero nadie se puso a pensar en lo desfasado que está el hombre con respecto a su época, a nivel creación.
El cuerpo humano data de muuuuchos años atrás. Muchos. Y uno sabe que los inventos de cada época, más o menos van juntos. No se inventó la batidora hasta que no se inventó la electricidad. No había autos sin antes haber ruedas. Si tomamos cualquier período (tomemos el nuestro, por ejemplo, con los fax, los celulares, los ipod) vemos que los inventos tienen un hilo conductor lógico.
Pero el cuerpo humano, al lado del garrote, el arco y flecha y la palanca, andaba como si nada por este mundo primitivo con su complejo sistema digestivo, sus erecciones y secreciones, su hígado y sus vías respiratorias. Y ni que hablar del corazón, tremenda máquina futurista y sofisticada sin par.
Si me hubieras dicho que en esa época el hombre tenía solamente estómago porque para qué necesitaba el hígado si no había alcohol, o que no tenía pito porque igual las mujeres eran feísimas, vaya y pase. Pero no. El hombre es hombre desde que se lo conoce. Y anduvo paseando su complejidad avanzadísima por las cavernas como si nada.
Al menos no era fanfarrón.
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