Me cuesta creer que un grupo como Genesis, que supo paladear las delicias del rock sinfónico y luego los millones de dólares del cruel e irresistible pop Collinsiano, haya tenido el descaro de sacar un disco con una tapa tan impresentable.
Bueno, bueno... no me apuren porque sino voy a tener que decir que lo que iba adentro de la tapa, también era impresentable.
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