Cosas Que Faltan

Señores de Ikea, acá va otra idea. Gratis.
Cuando uno desayuna como Dios manda (eso es: con tostadas), lleva dos o tres cuchillos "de untar" a la mesa. Unta, come, es feliz y todo eso. Algunos, como yo, untamos varios dulces (bueno, varios no, pero dos sí) en la misma tostada. Bueno, digamos las cosas como son, no son dos dulces en la misma tostada. Tan inmundo no soy. Pero sí vale manteca y dulce de leche, o mermelada y mendicrim, o una de cal y una de arena.
Bueno, terminamos de comer y hay que levantar la mesa. Otra vez: no la mesa sino los platos y tazas. Tampoco hay que exagerar.
Y cuando uno levanta el platito con los cuchillos... se van todos a la mierda patinando y enchastrando el piso con restos de dulce (o lo que es peor: manteca). Entonces hay que agacharse, levantarlos, limpiar el piso. Casi podríamos decir que nos cagaron el placer del desayuno.
Entonces, mis queridos amigos suecos, les propongo -aunque ya se que no me escuchan nunca, quizás porque no saben castellano, como cuando les propuse lo del "cuchedor" - que fabriquen un platito con muesquitas para encajar el cuchillo y evitar que se caiga.
Si mi descripción no es lo suficientemente buena, traten de imaginar un cenicero con huequitos para cigarrillos. Ahora saquen la ceniza, pongan miguitas, saquen el faso, achaten un poco la muesquica y pongan un cuchillo plano. ¿la cazaron?
Bueno, manga de haraganes. Tampoco puedo tirar el corner y cabecearlo yo solo. Mi parte ya la hice. A laburar se ha dicho.