En mi trabajo alterno con gente de diferentes nacionalidades, credos, sexos y cuadros de fútbol. Y se producen cosas graciosas con el tema de los nombres. Algunas no las puedo contar (uuuuh misterio~!)
Otras sí:
1) Lauro, cuando lo llaman, se escucha “Loro” y es inevitable pensar en el pajaro verde y/o en la serie Buscavidas. El sobrenombre Loro, la rompe.
2) Mitch. Cuando hablan por teléfono y discuten, y tratan de callarlo, le dicen “Mitch, Mitch, Mitch…” y mientras tanto, todos los gatos se le acercan.
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