domingo, 26 de febrero de 2017

Vértigo

No el vértigo metafórico de una carrera profesional meteórica ni el vértigo de subirse a un balcón en el piso 40. Hablemos del vértigo de perder la noción del horizonte, de la estabilidad.
Dicen que hay unos 3 cristales en el oído que funcionan como un gyro, y de acuerdo a como se mueve tu cabeza, se acomodan, indicándote dónde carajo está el horizonte.
Cuando esos cristales se salen del oido y empiezan a pasear por los canales auditivos (que tienen un líquido viscoso y hacen que los cristales paseen lentamente engañando al cerebro), tu percepción del mundo se altera.
Andás como un borracho sintiendo que todo da vueltas. Tu cabeza se mueve y tenés la sensación de haberla metido en un tacho de dulce de leche transparente. Esa es la mejor definición que se me ocurre.
Los aviadores de combate tienen un "coso" que les indica en todo momento donde está el cielo y donde la tierra. Algo así como un gyro también. Eso es porque a veces están andando cabeza abajo, y cuando es en el mar, ven todo azul y pueden llegar a confundirse y meterse en el agua pensando que es el cielo. Entonces miran ese coso y confían ciegamente en él, a pesar de que sus sentidos les puedan indicar que están al revés. Así de interesante es. Imaginate que a la velocidad a la que van, tienen fracciones de segundo para decidir qué hacer y necesitan estar entrenados para responder velozmente.
Bueno, así manejé hoy. Confiando en lo que sé y no en lo que siento o veo. Cuando levantaba la cabeza para mirar por el espejito retrovisor, al volver, todo se movía extrañamente para los costados como el agua de una pecera que se mece. Una especie de navegación interna de la cabeza. Y si veía las cosas moverse, había que pensar y decidir, que los brazos no debían moverse. SABES que vas derecho y tenes que seguir derecho, así que no le hacés caso a tus sentidos. Los ignorás.
Justo vi un capítulo de Nafta Súper en el que uno que está dado vuelta habla con un cocodrilo. Y bueno, el chabón no piensa que es un coco de verdad porque si no, tiene que salir corriendo. Entonces fluye y le habla como si fuese... su propia cabeza.
Es un fenómeno que si bien no es recomendable, una vez que te cae en desgracia le podés sacar su parte positiva y de alguna manera disfrutar de la experiencia.


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